El nombre de esta escritora aparece en nuestra historia, porque fue en la biblioteca con su mismo nombre que me dí cuenta de que tal vez sí habríamos funcionado en el plano de lo romántico.
Debo confesarte que fue también aquí donde me reté a no imaginarme escenarios de k-drama. Por primera vez en lo que llevo de la vida adulta, disfruté de la incertidumbre. De no nombrar o encasillar el hecho de mirarte por el rabillo del ojo, y al instante sentir el corazón llenito, pero en calma.
De antemano te aclaro que aunque para mí esto es lo más cursi, es la reflexión sesuda que hice sobre aquel fin de semana. Hay una canción que últimamente me hacía recordarte, nunca fueron nada, pero siempre hubo algo.
Sabía que me percibías muy distinta a como yo lo hago, que aunque un poco obvio este punto, me sorprendió la comodidad con la que nos acoplamos al espacio compartido, fue genuino.
Ya te había escrito que para mí había resultado como un buen sueño, no había sobrepensado porque es uno de los más bonitos que haya podido pasar con alguien en términos de lo afectivo y rosando lo romántico. Hasta ayer, creí que jamás tendría este arco narrativo al que las comedias cursis nos tienen acostumbradas.
Aún creo que las cosas ocurrieron como debían, al final ambos aprendimos cosas y aunque somos los mismos, somos otros, seremos, también. Me alegró mucho habitar contigo todo un fin de semana. Te quiero.
Mar que fue nube 