Lo conocí donde menos pensaba:
Lo encontré en una tarde rosita saliendo de hornear pan y caminando con la Ari y el Badit.
Me ha acompañado en cada risa, llanto y silencio que he vivido con la Monse.
Ha compartido pláticas y reflexiones en la hora de la comida junto con Tania.
Me ha reprendido, señalado y aconsejado en cada palabra madura de Fer y de Edna.
Ha rejuvenecido y hecho cambiar mis perspectivas a través de los ojos de Sunem.
Hemos habitado espacios y comido pizza después de platicarnos como con Armando.
Ha escuchado y externado cada queja de la vida adulta y laboral con Rafa.
En Polo cuando acepta cambiar los planes.
No odio el amor romántico, solo digo que no es él quien a estas alturas de mi vida me ha enseñado sobre amor, sino todxs mis amigxs.
La amistad construye, sana, reflexiona, mejora. Al menos así ha sido para mí.
A lo largo de mi vida ha llegado gente y se ha ido, también hay amistades temporales, de todxs aprendes y está bien.
También es en este tipo de cariño que entendí la importancia de cultivar, de procurar, de interesarse, de interactuar.